El pueblo natal del Tata.



A finales de Noviembre Kay y yo Fuimos a Pátzcuaro Michoacán a una boda, ese pueblito es muy colorido y hermoso, todas las casas son blancas con guinda. Estando ahí me daba la impresión de estar en un México antiguo, había personas indígenas vendiendo copal y corundas, un platillo típico de la región. A lo lejos mire a un grupo de músicos que vestían el traje típico de “La danza del viejito” que es originaria de ahí, y pensé, “Si el Tata (Personaje que actúo) hubiera nacido en algún lugar del mundo seria oriundo de aquí”. Caminando por las calles nos topamos con una tienda, yo me pare enfrente a ella porque había un zarape para bebé que tenia bordado a un perrito que se parecía a mi perro Gollito, Kay me dijo que entráramos para ver si tenían algo para el vestuario del “Tata” personaje que también tiene aparición en la obra de Hermenegildo Bustos. Entramos y había camisas preciosas, todas bordadas a mano, todas eran un pergamino de cuentos que se leían por medio de sus bordados. Dude un poco en comprar una, pero entonces Kay me mostró una que estaba escondida entre las demás.

- Esa la bordó mi cuñada.- Dijo la señora amable que nos atendía.

- ¡Es un trabajo bellísimo! ¿Todo a mano, en cuanto tiempo la hizo?.- Pregunté.

- 3 meses aproximadamente.- contestó mientras buscaba más camisas para mostrarme.

Pero ya no era necesario, yo ya había encontrado el vestuario para el tata. Una hermosa camisa de manta que te cuenta los oficios que tenían en su mayoría los otomies, cultura que también tuvo asentamientos en Guanajuato y precisamente un grupo de otomies fueron los pioneros de la existencia de purisíma del rincón hace cientos de años. Entre los hilos de colores hay pescadores, peces, maíz, sembradores y vacas, entre las puntadas de la camisa no solo existen esos trabajos,  también hay una historia que se tejió en silencio, con ruido, en los tiempos libres o no tan libres,  dejando a su paso dedos cansados con la esperanza de que algún día se vendiera esa maravilla que habían creado.

 -Duró años en el anaquel.- nos dijo la dueña del negocio.

Y entonces ese 24 de Noviembre se vendió para ser utilizada en una obra de teatro, que al igual que la camisa, se ha ido tejiendo por diferentes manos en diferentes tiempos, una obra en la que he dejado ya pedacitos de mi corazón. 





Comentarios